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La Spezia, puerta de entrada a Cinque Terre, sufre una gran afluencia turística en temporada alta, convirtiendo las vacaciones soñadas en experiencias estresantes. Los datos muestran un aumento del 40% en visitantes durante el verano desde 2019, lo que provoca trenes abarrotados, largas esperas en restaurantes y puntos fotográficos congestionados. El problema no son solo las colas: la saturación impide disfrutar de la auténtica cultura ligur. Los locales conocen mejor que nadie los ritmos de esta ciudad portuaria, desde cuándo llegan los cruceros hasta qué callejuelas ofrecen un respiro. Entender estos patrones estacionales marca la diferencia entre sumarse a las masas frustradas o disfrutar del encanto marítimo de La Spezia como se merece.

El verano en La Spezia: paciencia a prueba
Julio y agosto convierten La Spezia en un hervidero turístico, donde el calor y las multitudes se intensifican. La infraestructura de la ciudad, diseñada para 90.000 residentes, colapsa con la llegada diaria de cruceros y excursiones a Cinque Terre. Los trenes a los pueblos coloridos se llenan desde las 8 AM, y los restaurantes triplican sus tiempos de espera. Hasta museos menos conocidos, como el Museo Técnico Naval, forman colas. Muchos no saben que el calor empeora la situación: las calles estrechas, pensadas para brisas marinas, se convierten en pasillos sofocantes. Los locales se refugian al mediodía, dejando a los turistas bajo el sol en plazas abarrotadas. La ironía es que, semanas antes o después, el clima es agradable y hay la mitad de gente.
Meses ideales para disfrutar La Spezia como local
De abril a principios de junio, La Spezia vive su mejor momento: clima ideal para explorar la costa y tranquilidad para conversar con los pescadores en el mercado matutino. Septiembre y octubre ofrecen ventajas similares, con festivales de cosecha en pueblos cercanos. En estas temporadas medias, se escucha el sonido de los barcos en el puerto sin competir con guías turísticos. El personal de los hoteles tiene tiempo para recomendar sus focaccerías favoritas, y senderos alternativos a Cinque Terre, como Campiglia, permanecen vacíos. El agua sigue siendo cálida hasta octubre, un secreto que los locales aprovechan para reconquistar sus playas. Para amantes del arte, el Museo Amedeo Lia se disfruta sin aglomeraciones.
Joyas ocultas libres de multitudes
Lejos del radar turístico, La Spezia esconde tesoros auténticos para disfrutar todo el año. El Santuario de Nuestra Señora del Olivo ofrece vistas panorámicas sin las multitudes de Cinque Terre, con una caminata de 30 minutos desde el centro. Los gourmets deben visitar el Mercato II Gabbiano, donde agricultores venden ingredientes para pesto y farinata (tortitas de garbanzo) a locales. El CAMeC, museo de arte contemporáneo, es un refugio climatizado que exhibe obras de maestros modernos italianos. En marea baja, se puede caminar hasta la Isla Palmaria desde Portovenere. Estas experiencias no requieren reservas, solo conocimiento local para evitar frustraciones estacionales.
Excursiones estratégicas para evitar aglomeraciones
Cuando La Spezia está saturada, pueblos cercanos ofrecen igual encanto con más tranquilidad. Sarzana, a 25 minutos en tren, alberga mercados de antigüedades sin precios turísticos. Hacia el este, las canteras de mármol de Carrara sorprenden con cuevas subterráneas talladas en piedra blanca. Para disfrutar de la costa sin multitudes, Lerici despliega villas pastel y puertos tranquilos que capturan la esencia de la Liguria tradicional. Estos destinos comparten la conexión ferroviaria con La Spezia pero no sus aglomeraciones. Viajeros inteligentes usan la ciudad como base para explorar estos lugares poco conocidos, transformando la temporada alta en una oportunidad para descubrir más.